El derecho de las personas a decidir por sí mismas qué constituye una vida feliz y la libertad de luchar por ella.
En la Declaración de Independencia, Thomas Jefferson consagró la “búsqueda de la felicidad” como un derecho básico, escribiendo: “Sostenemos como evidentes estas verdades: que los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.”
Pero, ¿por qué Jefferson incluyó el calificativo, “búsqueda de”? ¿No pudo simplemente haber omitido esas palabras, indicando un derecho a la felicidad en sí mismo, como lo hacen ciertas constituciones en todo el mundo, como la de Turquía (ver el Artículo 5)? La deliberada elección de palabras de Jefferson revela que la Declaración de Independencia no fue solo una declaración de reclamos o incluso de nuestros derechos. Era un documento ambicioso que trazaba un nuevo rumbo para un nuevo país, que reflejaba el espíritu emprendedor, inventivo y explorador de nuestra gente. Y, sobre todo, se trataba de que las personas decidieran por sí mismas lo que constituye una vida feliz y de que tuvieran la libertad de luchar por ella. Esa libertad ha estado en el centro de la vida estadounidense desde entonces.
Es difícil imaginar una América sin nuestro derecho a buscar la felicidad a nuestra manera, ya que es un reflejo tan profundo de nuestro pueblo y nuestra nación. Pero vamos a intentarlo. Imagine un mundo en el que Jefferson no hubieraescrito esas dos pequeñas palabras – “búsqueda de” – en nuestra Declaración, un mundo en el que la felicidad misma estaba garantizada.
El año es 2030. La desigualdad de ingresos ha seguido siendo un problema grave. La deuda estudiantil ha seguido aumentando. Y demasiados estadounidenses no tienen un seguro de salud adecuado. En respuesta, un nuevo grupo de líderes políticos busca una forma única de abordar estos problemas. Y después de meses de deliberaciones y audiencias, el Congreso impone un impuesto sobre la renta significativo, por el cual cualquier persona que gane más de 100 mil dólares anuales en ingresos tendrá una carga del 75 por ciento.
Las audiencias del Congreso sobre el proyecto de ley se centran en el campo nuevo y floreciente de los estudios de “bienestar”. Los expertos académicos que afirman haber investigado la cantidad ideal de felicidad en la vida de uno testifican que han determinado que cualquier cosa significativamente más allá de las necesidades básicas (vivienda, atención médica, educación) cuenta como “exceso de felicidad”. Estos expertos han ofrecido un cálculo aproximado de cuánto se debe esperar que las personas gasten en vacaciones, casas, restaurantes y otros “placeres innecesarios”.
Como un estadounidense común y un graduado universitario relativamente reciente (se graduó hace 5 años), Usted gana considerablemente menos de seis cifras, por lo que inicialmente está de acuerdo con el plan. Después de todo, esto le ayudará a competir en igualdad de condiciones e incluso podría mejorar su calidad de vida. Tiene la esperanza de que el Congreso utilizará el impuesto sobre la renta para cancelar toda la deuda estudiantil, lo que le quitaría un peso significativo de encima.
Pero echemos un vistazo más de cerca a su caso.
Después de la universidad, Usted ingresa a la gerencia de una empresa minorista. Se convierte en un gerente de nivel medio. Es un trabajo decente, aunque no hay muchas perspectivas de desarrollo profesional. Las cosas generalmente parecen estar bien, especialmente a la luz de la nueva ley sobre los impuestos sobre la renta. Pero pronto se encuentra cara a cara con la desventaja del plan de redistribución del Congreso.
Durante varios años, como un proyecto paralelo y en busca de su verdadera pasión, ha estado desarrollando una aplicación con varios amigos suyos de la universidad. El programa descentralizaría la edición de libros y permitiría a las personas vender sus libros directamente a sus lectores en línea. Y recientemente, ha tenido un gran avance en el desarrollo de la aplicación. Emocionado, se acerca a un amigo que trabaja enSilicon Valley para sentir el mercado. Pero su amigo dice que, desafortunadamente, el impuesto sobre la renta ha afectado seriamente la salud de los principales gigantes tecnológicos, así como la escena de las empresas emergentes mas pequeñas. Angel y los inversores institucionales simplemente no quieren invertir tanto. Y los bancos están mucho menos dispuestos a otorgar préstamos. Además, su amigo le dice que no solo se han agotado los fondos, sino que también ha habido una seria disminución en el interés en la industria tecnológica: las solicitudes de estudiantes universitarios y graduados recientes a empresas tecnológicas han disminuido considerablemente en todo el país. No hay forma de que pueda hacer realidad su sueño, una empresa emprendedora que podría haber ayudado a innumerables consumidores en todo el país. Como cualquier empresa emergente, ese proyecto era un riesgo incluso antes de que el Congreso aprobara su proyecto de ley que definía cómo era la “felicidad”, pero ahora realizarlo es imposible.
Por supuesto, debemos garantizar un mayor acceso a las oportunidades para una mayor diversidad de personas. No hay duda de que algunas personas nacen con ventajas significativas que se les niegan a otras. Pero podemos sostener dos creencias simultáneamente: 1) Que necesitamos una red de seguridad social ampliada que ofrezca a más personas la oportunidad de perseguir lo que los hace felices y 2) Que el gobierno debe tener cuidado de no ir tan lejos como para hacer el remedio peor que la enfermedad al limitar la capacidad de las personas para tomar sus propias decisiones sobre qué hacer con sus vidas.
Sin embargo, las tendencias recientes en la política estadounidense parecen mostrar una ruptura con la visión jeffersoniana de buscar la felicidad. Por un lado, los jóvenes apoyan cada vez más las formas autoritarias de gobierno y existen tendencias preocupantes tanto en la extrema izquierda como en la extrema derecha. Según una encuesta de YouGov, más de un tercio de los millennials en los Estados Unidos aprueban del comunismo. Y a la derecha, hay un creciente apoyo del líder autoritario de Rusia, Vladimir Putin.
El impulso autoritario ilustrado en nuestra historia busca imponer una versión particular de la felicidad en una gran variedad de personas. No tiene en cuenta el hecho de que la felicidad significa cosas diferentes para diferentes personas. Los gobiernos no están en condiciones de garantizarla porque no están en condiciones de saber qué es ella para la mayoría de nosotros. Lo que lo hace aún más complejo es que la búsqueda de la felicidad es un componente significativo de la felicidad misma. En otras palabras, derivamos significado (y por lo tanto satisfacción) de haber invertido esfuerzo en algo que valela pena. Si simplemente se nos hubiera concedido el éxito, habríamos sido mucho menos propensos a lograr una satisfacción sostenida. Por ejemplo, existe una diferencia significativa en el bienestar entre las personas que hicieron su propio dinero y las personas a quienes sus padres les regalaron su fortuna. Cuando un gobierno busca imponer su versión de la felicidad con la fuerza de una proclamación, elimina a uno de los contribuyentes más importantes a la felicidad: nuestra propia agencia en nuestro esfuerzo por lograrla.
Queremos vivir en un país donde cada persona es el héroe de su propia historia. Donde tienen la oportunidad de salir al oeste y desarrollar una aplicación; o tal vez estudiar leyes para convertirse en abogado; estudiar medicina para convertirse en cirujano; estudiar un oficio para ser electricista; o deahorrar suficiente dinero para iniciar un negocio. E incluso en ocasiones, fallar. El precio de tener el derecho de “perseguir” la felicidad es el riesgo de que uno falle. Pero el fracaso es algo de lo que debemos aprender, no tenerle miedo. Debemos abrazar este espíritu de lucha. No apagarlo.