Definiendo La Democracia: Mercado de ideas

En su obra clásica Sobre la libertad, John Stuart Mill advirtió: “El mal peculiar de silenciar la expresión de una opinión es que está robando a la raza humana … Si la opinión es correcta, se les priva de la oportunidad de intercambiar error por verdad: si es equivocada, se pierde la percepción más clara de la verdad, producida por su colisión con el error ”.

Para Mill, la conformidad ciega era menos que humana. Representaba a la sociedad dando la espalda al progreso, como un leming que salta sin pensar de un risco.

Para Mill, mejorar a si mismo necesitaba un mercado de ideas donde diferentes creencias puedan competir libremente entre sí en un discurso público abierto y transparente en lugar de ser censuradas por el gobierno o alguna parte de la sociedad. Con el tiempo, las falsedades y las opiniones equivocadas se filtrarían naturalmente, mientras que las mejores ideas prosperarían y se difundirían.

Hubo un tiempo en que la mayoría de la gente creía que la Tierra era plana o que el sol giraba a nuestro alrededor. Debido a que no se había establecido un mercado de ideas, la gente rechazó cualquier teoría que cuestionara esta realidad percibida, limitando el progreso humano. Podemos encontrar la primera propuesta de un “mercado” en la Areopagitica de John Milton, escrita durante la Guerra Civil Inglesa en 1644. En una petición para un Parlamento más tolerante, Milton argumentó que en una ‘lucha’ entre la verdad y las falsedades, la verdad saldría ganando al final. Pero tendríamos que cuestionar cualquier verdad aceptada todos los días, porque nuestro conocimiento evoluciona con el tiempo. El mercado de las ideas es la única forma de garantizar que nuestras creencias sigan representando la mejor información disponible y no se estanquen como una ortodoxia nueva e indiscutible.

Con el tiempo, el mercado de ideas en la vida cotidiana ha cambiado significativamente. Mientras que solía describir opiniones publicadas en rivalidad, generalmente de expertos de la corriente principal como periodistas, filósofos o científicos, hoy cualquiera puede ser un “periodista” con un clic sobre su teléfono. Con más de mil millones de publicaciones en las redes sociales al día, el mercado de ideas se ha expandido exponencialmente.

En teoría, esto es algo bueno: cuantas más ideas puedan competir entre sí, de más calidad deberían llegar a ser. Pero cuando nos bombardean con información todo el tiempo, estamos lejos de ello. Los sitios web de redes sociales como Twitter usan algoritmos que muestran publicaciones basadas en un cálculo de “relevancia”, lo que significa que el contenido que tiene una participación más inmediata se mostrará a más usuarios. Debido a esto, a menudo no son las ideas más inteligentes, sino las más incendiarias, las que ganan popularidad. Los artículos de noticias falsas que contienen un lenguaje moral-emocional atraen a nuestros sentidos más básicos y tienen un 70% más de probabilidades de ser retuiteados que las noticias reales. 

Muchos de nosotros usamos las redes sociales todos los días. Esto se debe en parte a que las plataformas promueven costumbres adictivos, ya sea a través de un retuits o seguidores, creando una “mentalidad de masa” entre los grupos que impide el tipo de actitud reflexiva que necesitamos para un discurso racional. En cambio, las redes sociales crean burbujas de filtro y cámaras de eco donde los usuarios escuchan lo que quieren escuchar y validan las opiniones que ya tienen. Con frecuencia, solo verá artículos en sus noticias de Facebook con los que ya esté de acuerdo. Y la investigación sobre la disonancia cognitiva ha demostrado que incluso cuando alguien lee un nuevo punto de vista que es objetivamente correcto, es probable que lo ignore si contradice una creencia anterior.

En conjunto, estas características del ecosistema de Internet ayudan a explicar por qué las noticias falsas son un problema. Tomemos el ejemplo de QAnon, una teoría de conspiración de extrema derecha que tuvo sus raíces en grupos marginales de Internet antes de lanzarse a la corriente principal a través de una campaña de propaganda masiva en las redes sociales.

Otra amenaza para el mercado de ideas de la que quizás haya escuchado en las noticias es “la cultura de cancelación”. Esta es una tendencia moderna de grupos que boicotean y avergüenzan a las personas por algo que han dicho o hecho que se considera ofensivo, lo que efectivamente “cancela” a la persona. La intención es destruir su reputación y censurarlos por sus opiniones. Las personas que están involucradas en la cultura de cancelación apuntan a eliminar ciertos tipos de “pensamientos erróneos” de la discusión adoptando una postura intransigente sobre la moralidad, limitando el alcance del discurso “aceptable”. A menudo, los objetivos son celebridades, pero las personas que corren mayor riesgo son las que aún están creciendo en sus áreas, que pueden perder sus trabajos por si quiera publicar un polémico blog o mensaje en Twitter.

Tomemos el ejemplo de James Bennett, editor de la página editorial del New York Times, quien se vio obligado a renunciar después de una protesta del personal por un polémico artículo de opinión que aceptó publicar. Poco después, Bari Weiss, otro editor del NYT, también renunció y denunció el “constante acoso por parte de colegas que no están de acuerdo con mis puntos de vista”. Este fenómeno no solo afecta a las personas que viven en el centro de la atención pública. El 62% de los estadounidenses ahora dicen que tienen opiniones políticas que temen compartir. Esto sofoca nuestra capacidad de debatir y daña fundamentalmente el principio del discurso abierto.

Una vez que entendamos las amenazas que enfrenta el mercado de ideas, podremos comenzar a enfrentarlas. Tenga cuidado con las noticias que contienen retórica emocional en lugar de hechos. Trate de ser imparcial y busque fuentes que hablen desde diferentes puntos de vista. Y cuando escuche una opinión que le parezca polémica u ofensiva, no se apresure a condenar a la persona que la sostiene. En lugar de eso, intente interactuar con ellos y comprender de dónde provienen sus creencias. 

Un mercado de ideas verdaderamente libre puede unirnos y mejorar nuestra democracia, permitiéndonos escuchar y relacionarnos unos con los otros. Es importante destacar que debemos recordar que, si bien tenemos más derecho a nuestros puntos de vista, no debemos cerrar nuestras mentes a otras alternativas. Solo con debatiendo abiertamente estas ideas y creandopuntos en común podremos mejorar cada día y crear un mundo tolerante, innovador y librepensador.

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Aaro Berhane

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